… lo que los hombres unimos,
los hombres separamos…
… porque se unen las partes separadas,
y cuando se desgastan los vínculos,
no hay pegamento, atadura ni soldadura,
que resista el recorte de libertad…
… en el día sexto,
Dios creó a Adán,
al ser humano incompleto,
por la mitad…
… en el centro de la creación,
entre plantas y animales,
Adán experimentó la soledad
como un hueco de costilla menos…
… al verlo Dios tan solo,
lo durmió, lo puso a soñar…
… y creo su sueño: ¡Eva!…
… su compañera, igual que él…
… al contemplar a Eva,
Adán conoció el amor,
llegó a ser hombre
y supo quién era….
… al saberse amada
por el hombre,
Eva conoció el amor,
y se supo mujer…
… el hombre y la mujer estaban desnudos,
transparente e iguales, uno en el otro,
no uno frente al otro,
sin engaños que ocultar y sin vergüenza…
… lo que Dios ha unido,
no lo separemos los hombres…
… porque la “unión de amor” es “unidad”,
ya no hay partes, sino “uno” sin más…
… no hace falta pegamento, atadura ni soldadura,
porque no se pierde jamás la libertad…
“… de manera que ya no son dos,
sino una sola carne;
que el hombre no separe
lo que Dios ha unido…”… (Marcos 10,8b-9)
(… la “rosa sin porqué” conserva la unidad, donde no hay partes, gracias a la gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Marcos 10,1-12…)