La mirada de tu amado que te mira es tu mirada enamorada

… “caminante peregrino”, el rostro verdadero es el que no ves ni se ve… es la faz de dentro… que descubres cuando todo calla… cuando inunda el silencio brotado del corazón que ama y pena… cuando no hay nada… ¿te atreves peregrino a hendir nuevas sendas en pos de una plenitud que no puedes sospechar?… una después de otra desaparecen figuras tal vez soñadas… una y otra vez te hallas ante lo que no puedes abarcar, ni definir, ni medir, ni pesar…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, pero es allí donde todo se abre… es allí donde resuena la «música callada», allí se revela la honda realidad… eres un pecador llamado a una aventura de santidad… ¿es necesario que hagas algo, o aceleres no sé cuál proceso para obtener algún resultado?… es seguro que no… no, no… tan sólo ¡déjate amar!…

… lo propio del enamorado es dejarlo todo en reposo, en ese desprendimiento fecundo que acontece «más allá»…reposo y encuentro inefable en la Mirada de Dios… y seguimiento de tu Señor amado… el Ojo de Dios que te ve es el mismo con el que tú lo ve… la mirada de tu amado que te mira es tu mirada enamorada… así el secreto admirable de todos los días y de todas las horas… saberte muy amado…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, recibes virgen el llamado a seguir a tu Señor dejándolo todo… como todo enamorado no preguntas dónde y cómo… tan solo quieres estar, aunque pecador, con Quien te robó el corazón… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Mateo 9,9-13: “… él se levantó y lo siguió …”)…