De lo pequeño a lo máximo, de la nada al todo

… “caminante peregrino”, resuena la Aurora con nuevas armonías que no has de describir… el horizonte, que parece lejano, es un «reflejo» de tu corazón y de su interioridad… la realidad que ves, la naturaleza aquella en suma, está ahí para enseñarte a leer… ¡la pequeña semilla es enorme!… basta una mirada serena para darte cuenta de su asombrosa potencialidad… allí anida una belleza inexplicable, insospechada siempre… pequeña llama… ¡tantas veces encendida y animada!… ¡renacida!… siempre más honda…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, desde donde te encuentras y en donde te encuentras todo lo alcanzas… de lo pequeño a lo máximo, de la nada al todo… el todo también lo hallas en la parte… ¿no descubres la dicha y la sonrisa del fragmento, que se goza en su pura pequeñez?… también donde te encuentras, por fidelidad, decir puedes que «no»… es posible siempre desprenderse de lo que no es…

… aunque te duela y experimentes nueva soledad… aunque arriesgues lo que arriesgues… ¿crees que los ruidos y las cacofonías de este mundo pueden ahogar los encantos del alma y del espíritu?… permanece en la altura dichosa de esa montaña que es tu corazón… carece de límites: su cima es el Cielo… tu vocación es el Cielo… ¡déjate sembrar el alma!… sólo por el alma-espíritu se sube al Cielo…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, despejas tu corazón para que la semilla sembrada en tu interior eche raíces y madure… ayuda a tus hermanos con el silencio, no los perturbes con reclamos… ayúdalos sin preocuparlos… ayúdalos a que valoren lo esencial… todos los días tu Señor esparce Su semilla… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 8,4-15: “… la semilla es la Palabra de Dios…”)…