La madre de pie

… la madre de pie,
junto al hijo que sufre,
agoniza y muere…
… no varón, sino ¡mujer!…

… la madre de pie,
manos en el vientre,
mirada en el pesebre…
… ¡varón con mujer!…

… la madre de pie,
dejándose comer,
dando de comer…
… ¡mujer!…

… ¡Hijo mío!,
con ternura me miran
tus ojos cerrados!…

… ¡mi Hijo!,
mis ojos no encuentran
en tu Rostro zurcido
ni una mota de ira,
ni un residuo de rabia,
ni un surco de desencanto…

… ¡mi Niño!,
la sonrisa de tu boca,
de labios hinchados,
crece desde tu hondura
inaccesible a los golpes,
invulnerable al escarnio…

… ¡mi Dios!,
veo tu cabeza inclinarse
sobre el pecho del Padre,
sobre mi pecho de madre;
veo en tu mejilla macerada
las caricias de Su mano y mía,
veo a los hombres,
tus hermanos, mis hijos,
bajo tus párpados…

“… junto a la cruz de Jesús,
estaba su madre…” (Juan 19,25ª)

(… la “rosa sin porqué” calla y acompaña la gratuidad de las madres que, de pie, están junto a las cruces de sus hijos… con el Evangelio de hoy, San Juan 19,25-27…)