Cuando la conciencia

… cuando la conciencia,
iluminada por la gracia
de tu amorosa Presencia,
nos descubre en la falta,
y nos acusa y condena,
dejamos todas las piedras
que teníamos guardadas
contra hermanos y hermanas…

… tu silencio, Señor, resuena
en el bullicio de la farsa
de encontrar quien muera,
develando así la miseria
de la condición humana
que del perdón reniega
sin conocer siquiera
que el amor se alarga y abraza…

… al mirarme, ¿qué esperas?…
… al perdonarme, ¿qué deseas?…

… ¿piensas que apreciaré la vida
con el abrazo que me dispensas
si he acallado mi conciencia
en una vida mal vivida?…
… ¿qué tesoro buscas encontrar
donde yo dejé solo ruinas y piedras?…

“… Jesús quedó solo con la mujer,
que permanecía allí,
e incorporándose, le preguntó:
‘mujer, ¿dónde están tus acusadores?,
¿alguien te ha condenado?’…
… ella le respondió: ‘nadie, Señor’…
… ‘Yo tampoco te condeno’, le dijo Jesús,
‘vete, no peques más en adelante’…”
(Juan 8,10bc-11)

(… la “rosa sin porqué” sabe que el perdón que nace de la gratuidad da vida, paz y alegría… con el Evangelio de hoy, San Juan 8,1-11…)