La impotencia

… la impotencia
ante la enfermedad
devastadora,
me acercó a Ti, Señor,
por el amor
que le tengo a mi hija…

… y te supliqué,
y te rogué,
y me escuchaste,
y te encontré,
Dios piadoso
y misericordioso…

… ¡cómo no creer,
cómo no confiar en Ti,

Señor de las raíces
que alimentan mi vida,
y de los frutos
donde brilla tu fantasía!…

… ¡cómo no creer,
cómo no confiar en Ti,

Señor de los fundamentos,
donde se estabiliza mi vida,
y de mis locuras
donde crecen tus fantasías!…

… ¡cómo no creer,
cómo no confiar en Ti,

Señor de la interioridad,
que configura mi rostro
y de la exterioridad
que te acerca a los sentidos!…

… ¡cómo no creer,
cómo no confiar en Ti,

Señor de lo germinal,
donde se gesta mi mañana,
y de la cosecha
que genera nuevas siembras!

… ¡cómo no creer,
cómo no confiar en Ti,

Señor del dolor,
que quema mi inconsistencia,
y de la alegría
donde ríe tu dicha con nosotros!…

… ¡cómo no creer,
cómo no confiar en Ti,

Señor de la noche,
donde se recrea mi mañana,
y del día
radiante de colores y miradas!…

… ¡cómo no creer,
cómo no confiar en Ti,

Señor del límite,
donde comulgo Contigo,
y del abrazo
abierto a todas las espaldas!…

… ¡cómo no creer,
cómo no confiar en Ti,

Señor de las cenizas,
memoria de mi entrega,
y del fuego
que ilumina los instantes!…

… ¡creo en Ti, Señor,
humildad escondida,

dentro infinito
de todo sacramento,
abrazo callado
de mi devenir!…

“… ‘mujer,
¡qué grande es tu fe!:
¡que se cumpla tu deseo!’;
y en ese momento
su hija quedó curada…”
(Mateo 15,28)

(… la “rosa sin porqué” apoya su vida en la gratuidad de la fe, por eso se sostiene y conserva siempre radiante y alegre… con el Evangelio de hoy, San Mateo 15,21-28…)