… entre tantas cosas muertas,
entre tantas noches cerradas,
Señor, ¿dónde empezar a buscarte
y encontrarte nuevo y confiable
para seguirte y no dejarte jamás?…
… ¿dónde, Señor, dónde?…
… busco tu novedad
entre las luces
de la ciencia y de la técnica
que sofocan mi corazón
y depositan parálisis
en el pabilo de mis creencias…
… busco tu novedad
entre las expectativas
de mis amigos,
que sin haberte escuchado
han trazado mis rutas
y me atan a ellas con cariño…
… busco tu novedad
entre mi hondura ambigua
que oscurece mi corazón,
y se reviste de luces
para adueñarse con astucia
de mis sueños y tareas…
… busco tu novedad
entre ofertas de estrellas
con brillo de paraíso
al alcance de la mano
mientras madura tu don
en la sombra lenta…
… busco tu novedad
entre la experiencia seca
de los adultos
envejecidos y aburridos,
cuando me llamas
en la inocencia de los niños…
… ¡busco tu novedad!,
pero mis viejos odres
no resisten tu nuevo vino…
… Señor de la mañana,
¡no remiendes con tela nueva
mi libertad gastada!…
… ¡haz nuevo mi ser entero
para que, en los pequeños,
pueda encontrarte y acogerla!…
“… el que recibe a uno
de estos pequeños
en mi Nombre,
me recibe a mí mismo…” (Mateo 18,5)
(… la “rosa sin porqué” recibe la gratuidad en todas las cosas y momentos y, así, encuentra la alegría y la belleza de la vida… con el Evangelio de hoy, San Mateo 18,1-5.10.12-14…)