Irrumpiste

Irrumpiste,
Teresita,
en mi vida,
con la suavidad
de tu promesa
de ser lluvia de pétalos
viviendo el Cielo
haciendo el bien
en la tierra.

En los comienzos,
en mí fue tormenta,
porque me invitabas
a valorar la pequeñez
en mis delirios de grandeza,
me mostrabas el camino
del abandono
en el barro
de mi existencia.

Bastó conocerte
para amarte,
y en un instante
desear profundamente
imitarte en la ofrenda,
sin reservas,
al Amor que todo
lo sustenta
y recrea.

Aprender a esforzarme,
sin darle importancia
al esfuerzo;
y gustar y agradecer
la recompensa anticipada,
gratuitamente,
ya que todo es gracia,
abrazo y fiesta,
en la Esposa Iglesia.

Irrumpiste,
hermanita,
en mi vida,
y hoy todo
son pétalos
en el barro;
deshojada mi rosa
para acompañar
a mis hermanos.

(… la “rosa sin porqué” nació del encuentro con Santa Teresita…)