… importante es que evites el ansia por el “hacer”, que surge sin advertencia, como todo aquello a lo que estás en exceso acostumbrado… parece que no te sientes bien hasta que emprendes esto o aquello y te reconoces en tales acciones o actividades, que te empujan hacia fuera e interrumpen la quietud del corazón, sembrando dudas e inestabilidades… puedes percibir todas las voces y los cánticos que por allí resuenan, puedes maravillarte de manifestaciones y armonías llenas de luz, puedes desde luego aprender algo nuevo y atender a tantas sorpresas… puedes crear y emprender caminos, abrir horizontes, horadar murallas y hasta atravesar sus tantas grietas… pero nunca tanto puedes como cuando no puedes, nunca tanto como cuando recibes, nunca como cuando se abre tu corazón al Amor y te dejas amar… “mil veces mi respuesta fue ‘no quiero’ (y otras tantas me imagino vendrán luego) a ese amor que me convidas tan austero cuando creo que vivirlo ya no puedo… pero mucho es mi asombro cuando veo que no escuchas ese ‘no’ y sostienes solo el ‘quiero’… pues grande es tu amor y más grande tu misterio, para entre ‘no’ y ‘no’ seguir tu pastoreo… Señor, aunque sé que por mis quejas yo soy reo, no mires lo que diga… ¡mira qué dicen los hechos!…”… la “rosa sin porqué” despierta cada mañana entre espinas pero no deja de regalar la belleza de sus pétalos… ¿vuelves a empezar cada día como el primero a pesar de las caídas?, ¿es el amor a los tuyos el que te renueva y te anima a seguir hasta el fin?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 16,24-28)…