Fuente que mana y corre

… “fuente que mana y corre, aunque es de noche”, suspiraba el poeta… Dios de vivientes, no de muertos, no de ídolos, no de estampitas, no de ideologías… Dios amigo y amante, cuya pedagogía es introducirme y afincarme, de algún modo, en el “secreto de Su presencia”… en lo no «publicable»… he de soportar, pues, la ausencia de los comprobantes… sé de la fuente, aunque todavía no di con ella… sólo contemplo el tenue hilo de agua pura que corre entre piedras pequeñas y salpica, con gracia, las verdes hojas que empiezan a vestirse del ocre del otoño… flores pequeñas, encendidas, más allá, entre el césped, sobre la tierra húmeda… perfume fresco del amanecer, tierra mojada, canto de luz, que se desliza, como fina mano, en las cuerdas de una guitarra, tocando, delicadamente, los árboles del bosque… paisaje inmejorable del adentro de la sierra, espejo de mi alma… no eres una abstracción, Señor, no eres el complemento de mi insuficiencia, no eres la proyección de mis deseos, ni el invento de mi imaginación… eres Dios de verdad, que exige una relación real no fingida ni maquillada… dame, entonces, Señor, la posibilidad de seguir tus huellas hasta la Fuente… “que bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque es de noche”… la “rosa sin porqué” vive de las presencias significativas de la gratuidad en su vida, aunque no las vea ni las sienta… ¿reniegas de la fuente porque aún no diste con ella?, ¿es tu relación con Dios una relación vital?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 12, 18-27)…