Estás sentado frente a la inmensidad del mar, contemplando una inmensidad de cielo

… estás sentado frente a la inmensidad del mar, contemplando una inmensidad de cielo y teniendo a tus espaldas inmensas montañas… sin embargo, todo es pequeño para tu corazón… ¿por qué afincarte en innúmeras complicaciones, persiguiendo «seguridades» estrechas y ámbitos con aire acondicionado?… un nuevo horizonte se impone cuando los pensamientos propios y los cuidados o prejuicios ajenos obstaculizan, de un modo o de otro, el andar más simple y más directo… no estás invitado a dar vueltas y vueltas, ¡estás llamado a responder y a arrojarte en el mar inmenso, en el cielo inmenso, por las montañas inmensas, de la gratuidad!… ¿dudas?… pareciera, a veces, que reclamas más pruebas, que no te conformas así no más. y esto es un error… cuando acontece una “siembra” precipita una «separación» o «desprendimiento» de todo lo perecedero, de todo lo que fabricas para encerrarte más y más… cuando “siembras”, te descubres libre, sobre todo de ti mismo… ¡no te pierdas en los arroyuelos, ni en los caminos laberínticos que se abren seductores!… no quieras arroyos, ni estanques pequeños… ¡quiere el mar!… la #rosasinporqué abre gratuitamente todos los días sus pétalos a la inmensidad del cielo que la contempla, y es inmensamente feliz… ¿te sientas frente a la inmensidad de mar, del cielo, de las montañas para ensanchar tu corazón?, ¿te sientes constreñido porque no sales de tu mezquindad, porque no dejas, porque no siembras?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 13,1-9)…