… entrar en tu mirada, Señor, ingresar en la intimidad de tu oración al Padre… abre, amigo, amiga, los ojos interiores y mira “más adentro”… “más adentro» es lo mismo que «más allá» o «más aquí»… se trata de superar esa frontera y de derribar esas falsas y pesadas murallas que te encierran… y, para eso, es necesario que abras los ojos interiores… me dirás que nada ves, me dirás que topas con sombras terribles que carecen de sentido… trata de vencer ese «parecer» engañoso que no te permite seguir caminado… te encuentras en la llanura, en las montañas, en el mar… hay ruidos y sonidos molestos por todos lados, pero sabes y te dices, con firmeza: «yo no soy eso»… en realidad no estas “allí” ni “aquí”… y te sientes solo, sin el sentido que aguardabas… ¡aprende, amigo, amiga, a caminar sin el «sentido» que te consuela!… ¿qué sentido?, ¿hacia el norte, hacia el sur, hacia el este, hacia el oeste?… tu horizonte está siempre “más allá” porque está siempre “más aquí”… no caigas en ciénaga alguna, no te quedes atado a las «estructuras» que mueren… goza vivir desde el hondo respiro del Espíritu, en la misma vida de Dios… levanta ojos, levanta la mirada… la “rosa sin porqué” levanta todos los días la mirada hacia la gratuidad y descubre un horizonte y un cielo que la eleva y fortalece… ¿levantas la mirada hacia “adentro”?, ¿miras con los ojos del Señor?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 17,1-11ª)…