… “caminante peregrino”, es frecuente que, en determinados momentos, te encuentres «abandonado» en un «silencio» sin respuestas… porque, es frecuente también, que las preguntas y los reclamos se sucedan con particular exigencia en las horas de todos los días… es entonces cuando sientes no sé qué vacío, no sé qué gusto a cosa «no realizada» o quizá incompleta, muy distinta de cuanto deseabas…
… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, en aquellos instantes, sin embargo, despierta como la aurora, esa fecundidad que nunca aciertas a medir… ¡Dios nunca calla!, aunque así te parezca tantas veces… habla en la delicadeza de una corrección fraterna y el la comunión de dos o tres… sí, ten presente, no lo olvides, el silencio en estos casos es densidad, promesa y cumplimiento, noticia insospechada… aunque no lo parezca, ¡sí, en verdad hay Alguien presente!… y se manifiesta en modo siempre nuevo…
…. aquel duro silencio es “modo nuevo”, ya que te permite y te abre todas las puertas a lo esencial… nunca descuides la confianza en suave abandono… ni olvides que lo cierto, lo más cierto y firme, no dispone de sistemas, ni de modas, ni siquiera de «estilos» predeterminados… aunque el medio sea tan pobre, aunque el papel se quiebre, aunque el tiempo lo deteriore… resuena siempre inefable la única Palabra: … “soy Yo”… es decir, «Yo estoy presente»…
… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, te sacias con la Presencia de tu Señor amado… para enfrentar las tormentas del pecado de tu hermano, para campear las tempestades en la comunidad falta de unidad… la corrección fraterna es presencia de Amor, lo mismo que la comunión en la oración… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Mateo 18,15-20: “… Yo estoy… ”)…