En la orilla, otra vez aquellos siete

… en la orilla, otra vez aquellos siete, aunque renacidos nuevos por lo inaudito de lo que había acontecido… discípulos enamorados, pero todavía no ardorosos misioneros ni testigos desinteresados… ahora ya están todos en una misma Barca y todos devenidos pescadores, aunque pocos supiesen de peces y pescados… una sinfonía de voluntades: habla Pedro y todos al unísono responden… pero hacen las cosas nuevas como antes las hacían, de noche y, por supuesto, sin resultado… hasta que amanece y un Hambriento, que no reconocen, les pide de comer… se dejan aconsejar, vuelven a intentarlo y sucede el milagro… el amor, como siempre, se anticipa y, sin ver, sabe que es el Amado… se lo insinúa a quien está al mando, que reacciona de inmediato y es quien, con un solo corazón y con miles de manos, saca la red con lo pescado… la comida no será esa, ya que la pesca es símbolo de quienes se suman a la Iglesia y hay que traerlos para sentarlos a la Mesa… la Comida es el Hambriento que vuelve a darse sin reparos… discípulos enamorados para ser ardorosos misioneros sirviendo a los hermanos… la #rosasinporqué vive aprendiendo más sobre la gratuidad en esos días de Pascua prolongada… ¿vas a incorporar la lectura orante de la Palabra en tu día?, ¿a quién vas a dar de comer en el día de hoy?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 21,1-14)…