Andaba perdido, derrotado

… andaba perdido, derrotado, sediento, agotado por batallas de esas que gastan por dentro… era tibio, desalmado, insensible, y no me daba cuenta… llevaba puñales en los pliegues de mi vida, para conquistar, por la fuerza, cada parcela de mi historia y de mi baldosa… conjugaba la queja con la insidia, sospechando de los otros, osco, huraño, insatisfecho… ocultaba las heridas para no mostrar debilidad, y no me daba cuenta que mi vida se extinguía… alguien un día, me habló de Ti, me dijo que estando Contigo se encontraba reconciliación, paz, sanación, familia… despertó mis anhelos, quería creerlo, y salí a buscarte… pero me encontraste Tú a mí, y deshiciste los nudos que me retorcían, y sin decirme nada me mostraste las trampas en que vivía… me supe perdonado en aquel abrazo que me regalaste… y dejaste mi corazón sembrado de sueños, gratitud, compasión y misericordia… no soy nadie, pero ahora soy portador de un fuego que ha de encender otros fuegos, para iluminar, el mundo con tu Evangelio… la #rosasinporqué se sabe gratuitamente amada por eso todo en ella es gratuidad… ¿te dejas perdonar?, ¿perdonas?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 20,19-31)…