El tiempo pasa

… el tiempo pasa,
el deseo no se cumple,
se angostan las posibilidades,
¡y la desesperación se ensancha!

… obsesionados,
¡soñadores empedernidos!
,
y, a la vez, impotentes…

¡y el tiempo pasa!,
y no conseguimos superar los obstáculos intermedios
para llegar a realizar “eso” tan importante
que tiene fecha de vencimiento…

… luego llega la angustia, agazapada,
y se encarga de despabilarnos…
¡queremos y no podemos!

¡obsesionados e impotentes!,
aislados, endurecidos, entumecidos…
… algunos resignados y arrepentidos (“si yo hubiera…”),
o acusadores (“fue por vos que yo dejé…”)…

…. terminamos sacándonos
del marco de la foto, a los codazos…
…solos, mascullando,
distraídos del mundo…
… concentrados en nosotros mismos…
… ausentes, ajenos…
¡mutilando lo posible!

… ¡y no nos dimos cuenta
que la desmesura del amor
es la medida de la vida!…

… hay quienes viven encogidos,
aman con precio y medida,
es decir: ¡no aman!

“… la medida con que midan
se usará para ustedes,
y les darán más todavía…
… porque al que tiene, se le dará,
pero al que no tiene,
se le quitará aun lo que tiene…” (Marcos 4,24-25)

(… la “rosa sin porqué” vive con desmesura la gratuidad por eso su existencia es alegre y fecunda… con el Evangelio de hoy, San Marcos 4,21-25…)