Con qué desilusión escribía Don Macedonio Fernández:
“… de esperar esa oportunidad
ya me han salido ampollas de esperanza…”
… espera sin esperanza,
espera no sembrada,
estéril, seca, árida…
… ¡sólo expectativas humanas!…
… ilusiones, sueños, promesas,
de anhelantes oportunidades,
sin Dios ni otros en la vida,
¡callos de esperanza!…
… y, sin embargo, Señor,
todos los días siembras, con amor,
la dicha fina de hallar en lo pequeño
un gran tesoro, hoy y mañana…
… sólo gracias a Ti, Señor,
nuestro corazón va más lejos,
aprende lo que nunca había aprendido,
sabe ser bueno y rico entre despojos…
“… ¡escuchen!,
el sembrador salió a sembrar…” (Marcos 4,3)
(… la “rosa sin porqué” se deja sembrar todos los días la gratuidad y su existencia es ofrenda y don… con el Evangelio de hoy, San Marcos 4,1-20…)