El silencio cantaba

El silencio cantaba en Nazareth,
en la casita y en el taller,
el Niño lo entonaba,
la Madre lo escuchaba,
y el padre lo tarareaba.

El silencio mecía las flores,
en la casita y en los quehaceres,
una fragancia de azucenas
la Madre por todos lados regalaba,
que en el pueblo todos disfrutaban.

El silencio envolvía como el aceite
las herramientas en el taller,
una delicadeza de gestos dejaba
el padre mientras trabajada,
que en el pueblo todos festejaban.

El silencio sonaba elocuente
tan sin nada, tan débil, tan bebé,
dejando que Dios hablara,
la Palabra encarnada ya habitaba
en el Niño que sonría y jugaba.

¡Es tan poco el silencio!
¡Es tan nada!

¡Ven, silencio, en mi ayuda,
que estoy lleno de palabras,
tú que sabes decirlo todo
gesta en mí el amor a la Palabra!

Nada te turbe,
(Nadie ni nada te quite el silencio)
nada te espante
(nadie ni nada te lo impida)
todo se pasa,
(todos los ruidos se acallan)
Dios no se muda,
(el Silencio no se calla)
la paciencia
(las actitudes y la disposición)
todo lo alcanza,
(son surcos de esperanza)
quien a Dios tiene
(a quien el Silencio lo abraza)
nada le falta
(canta y baila)
sólo Dios basta.
(sólo el Silencio es Palabra)

(… la “rosa sin porqué” canta, habla y ora con el silencio la gratuidad en su vida… un sencillo homenaje a Santa Teresa de Jesús…)