El amor, la enfermedad, el deporte, los amigos, los viajes, las celebraciones

… el amor, la enfermedad, el deporte, los amigos, los viajes, las celebraciones, la música, las montañas, los sueños, las dificultades, ¡la vida misma!… son mediaciones que te conducen hasta el límite de ti mismo al horizonte de la existencia… desde “allá” puedes otear una realidad sobrecogedora que percibes como “gratuidad”… “allá” o “acá”, estar “cerca” o estar “lejos”… ambos términos son sencillos de describir físicamente, las distancias o no-distancias materiales son fácilmente medibles… pero no pasa lo mismo en el “orden interior”, allí las “medidas” son distintas… puedes estar cerca de aquello que, a miles de kilómetros, te sedujo el corazón… no está lejos lo que no está al alcance de la mano, sino lo que no está al alcance de tu voluntad, de tu deseo… puedes sentirte lejos de ti mismo, aunque no puedas evitarte… puedes sentirte lejos de los otros, aunque estés con ellos… puedes verte lejos de Dios por el mero hecho de no querer reconocerlo… entonces la lejanía es indiferencia, frialdad, negación… te alejan las prisas, te aleja el miedo, la pereza, la desconfianza… te acerca el cariño, el amor… bendita cercanía de las cartas de los enamorados, de la vida entregada en poesías y relatos, del recuerdo en la distancia, del pasto donde te tiras para mira las estrellas y a soñar… la #rosasinporqué no conoce la distancia interior con lo que ama, ya que está habitada por la gratuidad… ¿te sientes lejos o cerca de quienes amas?, ¿qué haces para acortar las distancias interiores que terminan secando el corazón?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 17,20-25)…