El abandono en la espera se llama confianza

… “caminante peregrino”, ten presente que los textos sobran… en los textos hallas lo que tu Señor te dice en el corazón… ¡maravillosa invitación al silencio y a la profundidad!… eso que recibes y acoges, lo que lees y se incorpora como una vivencia plena de sentido… no es tanto lo escrito ahí fuera, sino lo que Dios pronuncia en lo secreto de tu alma… ¡y lo reconoces a partir de la lectura!… porque es el Espíritu de Dios quien obra y ora en el corazón de Sus hijos… y es precisamente en su Presencia donde hallas el origen y la fuente de toda comunión…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, es fundamental el desinterés en la lectura espiritual… a los autores espirituales es necesario aproximarse sin interés de usufructo o de cualquier utilización… “sapientia ludit”… se trata de “jugar” a ser el objeto (el «juego» es desinteresado)… porque contemplar es lo contrario de poseer… ¡la contemplación nunca es una posesión!… es, en cambio, ¡dejar ser el Ser!… la inteligencia contemplativa es humildad y carece de término… no busques definirla ni medirla de ningún modo…

… ¡el Misterio de la Voluntad de Dios es tan límpido como insondable!… y es conveniente que te acerques con humildad y, entonces, leas con asombro… no es necesario que abundes en el material… ni que te pierdas en análisis sin fin… ve directamente a lo esencial, evitando perderte por los arroyuelos o por las sendas marginales… y, desde luego, huye de la polémica infructuosa… el Misterio no se abre a los discutidores sino a la audacia de la mirada que ha sabido no detenerse…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, ingresas por el “fondo del aula” a la Voluntad de tu Señor amado… modestamente… permanece, pues, en silencio y sin subir a los estrados… renuncia a la vanidad de la última palabra… en todo, sosiego y paz… el abandono en la espera se llama confianza… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 12,39-48: “… conociendo la voluntad de su señor… ”)…