Déjate incendiar para incendiar

… “caminante peregrino”, si mucho te detienes en contemplar los lados del camino o te desvías por esos andurriales… si tus días quedan absorbidos por «preocupaciones» paralelas… si pretendes quedarte en los «niveles» periféricos de un «psiquismo irredento»… poco lograrás y no llegarás a descubrir el campo y el tesoro en él escondido… no son los cálculos o los «conceptos» los que te darán lo que buscas… tu corazón se abre hacia otros derroteros que no sospechas y que serán siempre una dichosa sorpresa…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, el Espíritu viene de lo alto… no se trata, pues, de una deducción ni de una noticia «científica» garantizada por nada… ¡el Espíritu es “dado”!… es el «Fuego» que enciende la mecha de la lámpara… la lámpara de bronce es tu cuerpo… el aceite, tu alma… pero sin el fuego que enciende la mecha quedas a merced de la sombra… “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”…

… la “lucha” existe, pero la “lucha” será siempre con los que no quieren «volar» ni «soñar»… miran para aquí y para allá, pero es nada lo que ven y de ti nada saben… afírmate, pues, con coraje y no temas perder nada… muchas veces callas por miedo o por vergüenza… ¡nada perderás!… te encuentras en realidad muy lejos, en otros caminos y sendas… más allá de las montañas y de sus cumbres (¡que son demasiado bajas!)… confía y sigue…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, enciendes tu alma con el don del Espíritu… ¡Fuego divino que quema pero no consume!… incéndiate para incendiar… jamás busques la división, aunque debas sufrirla tantas veces… la verdad no se negocia, tu Señor tampoco… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 12,49-53: “… Yo he venido a traer fuego sobre la tierra… ”)…