… ¿dónde estás?,
¿dónde te encuentras?;
¡estás callado!,
y tu Silencio
va conmigo día y noche,
y tu ausencia me acompaña;
en lo oscuro no te veo,
pero siento tu “angustia”
latiendo a mi costado…
… ¿dónde estás?,
¿dónde te encuentro?;
se va rajando
mi tierra seca,
como una boca
que se abre,
para cantar mi sed
y recibir tu agua…
… ¿dónde estás?,
¿cómo te encuentro?;
¡no retires tu Silencio
de mi vaso!;
todavía mi certeza
no ha bebido suficiente;
¡Señor, sigue callado!…
… ¡cuántos que hablan
y no dicen nada!;
¡prefiero, Señor, tu Silencio
que me dice todo!…
“… ‘ay de ustedes
guías ciegos’…” (Mateo 23,16ª)
(… la “rosa sin por qué” pide la ayuda del silencio, que sabe decirlo todo, para crecer en la búsqueda de la gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Mateo 23,13-22…)