Descubres un jardín de insondable belleza, cubierto de sol y de luz, que desciende permanentemente desde lo alto, desde el cielo

… descubres un jardín de insondable belleza, cubierto de sol y de luz, que desciende permanentemente desde lo alto, desde el cielo… flores y aves lo atraviesan: es paz, esplendor y canto… en su centro una fuente cristalina que alimenta los arroyuelos que parecen circundarlo, pero nunca lo limitan, más bien lo abren porque atravesado el curso del agua pasas a otro, que es el mismo, más elevado, más iluminado y más verde… una brisa ligera mece los árboles que se elevan de la tierra al cielo… jardín, corazón y templo son uno… no acaban, se abren más allá… llevas una lámpara de bronce, que es tu cuerpo… el preciado aceite que contiene es símbolo del deseo de tu alma… y hay una mecha, la mecha de tu vida que se abre hacia afuera… mecha que ha de ser encendida y consumida por el fuego de la gratuidad, que desciende desde lo alto y llega a habitar, a morar, en tu corazón… no puedes concebir esa mecha sin su luz… cuerpo y alma, deseo y vida… en un sólo movimiento y júbilo de unificación hacia lo alto, desde la mecha que arde y cuya luz te da todo el sentido… la #rosasinporqué es encendida por el deseo y esa luz, única, personal, intransferible e incomunicable, manifiesta que toda ella es en la gratuidad… ¿tienes el aceite del deseo preparado para que la mecha de tu vida arda cuando lo necesites?, ¿sabías que los deseos son intransferibles y que no se prestan ni alquilan?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 25,1-13)…