Los sentidos hablan un lenguaje crepuscular

… “caminante peregrino”, sigues nomás de camino… ¡no importa ahora la fatiga!… la lucha no disminuye y los desafíos continúa, ¡los del enemigo con mayor insolencia!… y, ahora, no sabes dónde estás… sí, ¡he aquí una cuestión acuciante!… ¿te encuentras realmente en esta «porción» de suelo, en estos parajes en cuya existencia parecen “complacerse” los sentidos, multiplicando las informaciones hasta el hartazgo?…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, presta atención a un misterioso susurro… ¡¿qué es?!… que sopla poniendo en duda semejante situación… un “bello” susurro, que repite: “¡no estás aquí!”… y luego añade: “¡Yo Soy quien está aquí!”… porque, en efecto, los «lugares» se han quemado desapareciendo de la escena… y cuanto ves es algo así como “un ocaso”, ¡una luz que fue!… ¿tienes el valor de reconocerlo?… porque, sí, ¡ya estas lejos!…

… arrojo, pues, en esta aventura interior de oración que te descubre la Verdad… los ruidos de mandones y administradores son sonidos «sonados»… esto es, sonidos de ayer, estrellas muertas y hace rato desaparecidas… tú debes discernir todo ello y aprender a saltar más allá de las apariencias y redescubrir tu libertad… abre, pues, tus oídos… o, mejor, ¡abre el corazón y escucha allí!… ¡y sólo allí!… con piedad y silencio… un mensaje, una palabra… aunque no parezca tal… “no temas, soy Yo”…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, disciernes más allá de lo que tus sentidos te muestran… y procuras vivir en caridad y comunión con los tuyos… ¡que no son adversarios ni competidores sino hermanos!… atención, pues, que los sentidos hablan un lenguaje crepuscular… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 12,54-59: “… discernir el tiempo presente… ”)…