Cuando quieras orar

… cuando quieras orar busca un lugar que te dé intimidad…
… ¡y no hay mejor lugar que el corazón!…
… haz de tu corazón una ermita interior, callada y secreta,
no importa dónde te encuentres: ¡siempre estarás en oración!…

… en la ermita no hay engaño,
… entra bien adentro, lejos de la orilla,
bien a lo hondo, dónde hay inmensidad,
donde sólo existe honestidad y silencio…

… no es necesario que preparares nada…
… es oportuno y urgente, en cambio,
atender al Presente que te da el maná escondido…
… la oración verdadera es una fiesta permanente…

… no acaba, se multiplica hacia lo alto, hacia Dios…
… atiende, pues, el lenguaje inefable del amor desmesurado,
que no necesita de vanos ensayos ni se deja instrumentar
para el lucimiento de títeres y cantores improvisados…

… cierra los ojos, y deja que te lleven las aguas del río…
… no te detengan los caprichos de los hombres,
ni las tentaciones, ni los malos agüeros, ni las costumbres…
… no acudas a cosas «materiales» para obtener o justificar nada…

… no te pongas a vender productos viejos y gastados…
… tu vida es realidad misteriosa, escondida con Cristo en Dios…
… tampoco te maquilles con supuestas “tradiciones” y “cumplimientos”…
… entra, ahora, en tu ermita, es tu Morada, no es tu «jerarquía»…

“… por mantenerse fieles a su tradición,
ustedes descartan tranquilamente
el mandamiento de Dios…” (Marcos 7,8)

(… la “rosa sin porqué” no deja que las costumbres ni tradiciones impidan la libertad que le otorga la gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Marcos 7,1-13…)