Cuando la vida de quien amas se te escurre de las manos

… cuando la vida de quien amas se te escurre de las manos, ¡no quieras abrazar lo que tus brazos no alcanzan!… déjate, en cambio, abrazar por Dios sin modos ni denominaciones… cuando tus ojos queden secos de tanto llorar, cuando tu garganta sea un gemido de tanto suplicar… en el silencio de tu corazón resonará un «lenguaje» nuevo e inédito que te sorprenderá y levantará por encima de las imaginaciones y las insuficiencias del mundo… en esa noche podrás percibir un cántico sublime… es música maravillosa y es libre y liberadora… recíbela sin atreverte a interrumpirla, deja que suene, deja que cante… no impidas la música, ¡deja a Dios ser tu Padre misericordioso!… “Señor, mientras ibas de camino, se te acercó un hombre con su vista ya perdida, un padre en llanto con su hija que moría, un leproso con su carne destruida, una mujer sangrando sin herida, y un joven rico preguntando por la Vida… mientras ibas de camino, celebraste, Señor, el amor como venía… haz que aprenda que la cita que define para siempre nuestra dicha, se nos cruza de continuo cada día mientras vamos de camino, mansa o dolorosamente, por la vida…”… la “rosa sin porqué”, a pesar de las espinas, no deja de regalar la gratuidad de sus suaves pétalos… ¿puedes gritar tus angustias sin tener reparos por el qué dirán?, ¿eres capaz de agradecer aún el dolor que tanto enseña?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 15,21-28)…