… consecuencia, no alterativa;
así me provocas, Señor,
al llamarme al seguimiento de fe
tras tu Persona y Palabra…
… sí, la radicalidad,
la incondicionalidad,
la totalidad, no son opciones,
cuando uno se encuentra Contigo…
… dices “amarte más”,
aunque mi corazón no convertido,
escucha “amar menos”
a los padres, a los hijos…
… dices “cargar la cruz”,
y mi corazón no convertido
entiende “soportar y aguantar”,
y no “amar hasta dar la vida”…
… dices “perder para ganar”,
y mi corazón no convertido
se queja por lo que dejará
sin mirar la Vida que recibirá…
… y, Señor, todo lo reduces
a “dar un vaso de agua fresca”,
tan insignificante, tan poca cosa,
que trastocas mi delirio de grandeza…
… consecuencia de seguirte
es convertir mi corazón
a la radicalidad del Amor,
en detalles, en pétalos de rosa…
“Señor mío y Dios mío” (Juan 20,28b)
(… la “rosa sin por qué” descubrió la radicalidad de la gratuidad y todo se le ordena en la vida… con el Evangelio de ayer, San Mateo 10,37-42, y el Evangelio de hoy, San Juan 20, 28b…)