Confiando cada vez más en la única fecundidad de Dios

… “caminante peregrino”, ¿caminar en la noche?… quizá… o ¿andar en soledad, aun en medio de multitudes?… te preguntas por el eco de tus pasos… por esto o por aquello que pretendías llevar a cabo… o que, simplemente, ¡no has logrado nunca!… una y otra vez la misma pregunta… una y otra vez reaparece esa “desolación” que te parece una derrota, ¡un fracaso!…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, observas alrededor tuyo y no aciertas con lo que verdaderamente ocurre… los Santos Inocentes te regalan una luz no sospechada… la muerte padecida los asimila a los mártires… pero ellos no supieron, ¡no pudieron entender!… ¡como tantos millones de víctimas inocentes!…

… no tuvieron “argumento”… ni razón alguna que esgrimir… no supieron, no alcanzaron a adivinar siquiera… ¡la fecundidad inimaginable de quienes “no saben”!… de quienes carecen de un “por qué”… su silencio, ¡te anime a seguir!, sabiendo que no sabes… y confiando cada vez más en la única fecundidad de Dios…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, se despierta en tu corazón la fe sin más, sin por qué… los misterios designios de Dios en su Providencia te son velados… ¡pero están!… y siempre convergen para el bien de aquellos que son amados y se dejan amar por tu Señor… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 9,43b-45: “… no entendían estas palabras…”)…