Como un niño pequeño que busca directa y simplemente el abrazo

… “caminante peregrino”, muchos son los espejismos que aparecen en tu camino… los hay de distintas dimensiones, pero todos están a la misma altura de tu caminar… allí recibes noticias y duras «seriedades»… “ponte serio, muy serio”, te dicen… y añaden: “preocúpate de una buena vez… ¿o es que te has aislado del mundo?…”…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, entonces se suceden esos mensajes que no acaban… que no dejan espacio a ningún silencio… entonces se te dice que Fulano es mejor que Zutano… y que no te conviene hablar de esta manera sino de esa otra… entonces se desencadenan las series de pesos y medidas, que intentan convencerte de que eres un infeliz porque careces de poder y de dinero…

… hay quien te pregunta: “¿qué lugar ocupas bajo el sol o bajo la luna?”… no respondas, no… tú buscas, en realidad, otros horizontes, a partir de la «infancia espiritual»… de esa “directa sencillez” que apunta directamente al Cielo… sin comparaciones arbitrarias, sin presupuestos, sin laberintos… como un niño pequeño que busca directa y simplemente el abrazo, el amor… tu busca, así, a Dios…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, renuncias a toda grandeza y te gozas en tu pequeñez… ya sabes que es tu mejor atracción para enamorar a tu Señor… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 9,46-50: “… el más pequeño de ustedes, ese es el más grande…”)…