… confía siempre y abuena tu corazón… es cierto que la necedad y la imprudencia aparecen por todos lados… llueven las miradas torvas, incisivamente prejuiciosas, y los gestos despreciables, altamente hirientes… pero tu caminar no depende de esas cosas ni del variable carácter de los «otros», tampoco de los antojos pasajeros… la amistad con la rosa es «desinteresada»… donde hay interés o utilitarismo, donde se pretende «sacar provecho» de personas y de cosas: todo se derrumba… “… que tus ojos se llenen de bondad para mirar y respetar, para ver y aprender… que tus oídos se llenen de bondad para oír y traducir, para escuchar y esperar… que tu boca se llene de bondad para callar y acompañar, para hablar y consolar… que tu olfato se llene de bondad para inspirar y disculpar, para oler y comprender… que tus manos se llenen de bondad para tocar y suavizar, para sembrar y cosechar… que tus pies se llenen de bondad para llegar sin protestar, para acudir sin desistir… que tus brazos se llenen de bondad para abrazar y confortar, para tener sin retener… que tus labios se llenen de bondad para reír y sonreír, para besar y allí adorar… que tus lágrimas se llenen de bondad para llorar y desahogar, para parir y despedir… que tus palabras se llenen de bondad para decir y no mentir, para unir y construir… que tus gestos se llenen de bondad para ungir y revivir, para ayudar sin alardear…”… la “rosa sin porqué” abuena con su presencia de gratuidad, no saca provecho de cosas ni de personas… ¿puedes conservar la paz en medio de las críticas y de los prejuicios?, ¿te preocupas por abuenar tus gestos y palabras para hacer siempre bien el bien?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 6, 37-42)…