Cómo puedo saber quién soy yo

¿Cómo puedo saber quién soy yo
si no puedo ver los ojos que me miran?
Te sigo a tientas porque he oído de Ti,
y he fantaseado mil historias incoloras
que me dejan más ciego todavía?

Si lo esencial es invisible a los ojos,
y sólo se ve bien con el corazón,
¡mi ceguera es de adentro, no de afuera!
Cerrazón, dureza, oscuridad, tinieblas,
¡por no vivir abierto a Ti y a los demás!

¡Mírame para que me convierta y viva!
¡Mírame para que mire dando vida!
¡Mírame para que te alabe y siga,
aunque mis pupilas permanezcan ciegas,
mi corazón verá más allá de las estrellas!

¡Soy los ojos que me miran!
¡Veo con las miradas que me regalan!
¡Se ilumina el camino con presencias significativas,
se oscure con ausencias indebidas!
¡Tócame para que me convierta y viva!

“Jesús les tocó los ojos (a los ciegos),
diciendo: ‘que suceda como ustedes han creído’.
Y se les abrieron sus ojos”. (Mateo 9,29-30a)

(… la “rosa sin porque” mira desde la gratuidad por eso ve todo con claridad… con el Evangelio de hoy, San Mateo 9,27-31…)