… aprender a confiar, saber confiar, buscar confiar, querer confiar, gustar confiar… necesito que decaigan mi autosuficiencia, mis ganas de controlar a todos, mi pretensión de saberlo y comprenderlo todo… ¡ven a mí “suave abandono” y enséñame a confiar!… sólo en unos ojos que me miran y que me aman, puedo leer quien soy y lo que valgo, porque las otras miradas me zarandean en el vértigo del abismo o de las cumbres… ¡son tus ojos, papá!… sólo en unas manos abiertas que me cuidan y delicadas que me miman, el crecer tiene el ritmo justo del sol en el oriente o de la madera en el tronco bajo la cáscara cómplice, mientras me quiere absorber el instante digital donde el vértigo me seduce… ¡son tus manos, mamá!… sólo, Señor, tu presencia, tus tiempos y tus ritmos, sin ansia ni porfía, despiertan mi secreto de vida intermitente, donde la confianza brota de tu mirada y de tus manos, sin deudas y sin ancla… la #rosasinporqué vive en “suave abandono”, la gratuidad la hace agradecida con el ayer, apasionada con el hoy y confiada en el mañana… ¿probaste confiar?, ¿conoces el “suave abandono”?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 12,1-7)…