… de los aplausos a la persecución, de la fama a ser ignorado y olvidado, del triunfo al fracaso… mi foto cazó ayer el gesto de la dicha, hoy despertó nebuloso sueño mareado… mi palabra brilló exacta como un diamante, hoy amaneció pequeña, callada… mis sueños, torrentes de sugerencias desbordantes, hoy son mudos y no dicen nada… la mano apretada con calor se fue enfriando sobre mi palma, encuentros y nombres de sol van hundiéndose cada atardecer en mi intimidad de mar sin fondo… ¡dejar pasar!… ¿por qué apresar lo que encontré?… todo lo que retengo se va paralizando y pierde su canto y su vuelo en mi jaula de oro… mil miradas mías ya no me pertenecen, iluminaron otras intimidades apagadas y ya salieron de mis sueños y mis mapas… yo sé que mi vida entregada no ha muerto, llegará el día del reencuentro con toda mi vida regalada, anónima compañía de soledades… ¡dejarte pasar!… tu Transcendencia hace nido en mi carne con mis hierbas secas, y cuando madura y es “mía”, vuela hacia los otros hecha mirada y palabra que crea… y en ese hueco que me queda de plenitud insatisfecha anida de nuevo tu Presencia… sólo importa que Tú llegues, cada mañana…. al final no tendré nada, de tanto dejar pasar, ¡pero seré plenitud, de tanto ensancharme a tu paso!… la #rosasinporqué no retiene lo adquirido, la gratuidad la hace “dejar pasar” para ser libre en el “ahora” que amanece… ¿acaparas y retienes?, ¿vives el hoy sin dejar que sea el mañana de ayer?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 11,47-54)…