De niño caminaba junto al mar

… de niño caminaba junto al mar y me seducía su oleaje con roncos desgarrones contra los riscos afilados y mojaba, travieso, mis pies en sus suaves mimos de las interminables playas de arena… ¡tan inmenso y misterioso me resultaba el mar como sus orillas!… fantasías adentradas hasta mi corazón niño, sin contemplar la capacidad incontenible de la vida y la alegría del cosmos con su palabra de color y movimiento… ya adulto, encontré el mar dentro de mí, ¡él me había mirado!, y había impregnado de paz azul mis sueños y proyectos… y los eucaliptus también jugaban por mis rincones con su danza verde de brillos metálicos en los filos de sus hojas… y la brisa, con ungüento de yodo y sal en la punta de los dedos, andaba en silencio acariciando cicatrices… soy lo que he visto y caminado, soy lo que dejado que me mire y camine por mi interior hambriento… esos paisajes buscaban recrearme hasta la médula del hueso, ¡y yo sin notarlo!… soy testigo de todo eso, canto los silencios, empoeto los sueños, sigo caminado y contemplando, dejo que me miren y anden por mis adentros… la #rosasinporqué no inventa nada, simplemente ella es testigo de la gratuidad por sus adentros… ¿de qué cosas eres testigo en tu vida?, ¿eres lo que has caminado y contemplado?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 12,8-12)…