Amigo y amiga de la rosa, quisieras ubicarte donde más te corresponda

… amigo y amiga de la rosa, quisieras ubicarte donde más te corresponda, hallar, en suma, aquel centro, que todo explica y a todo da sentido… es entonces cuando te das acabada cuenta de que a cada momento has de retornar a casa… sí, a casa, a tu casa… que es lo mismo que decir: a casa de tu Padre… nada hay tan tuyo, nada tan familiar, nada tan invitante, nada que te regale mayor consuelo… sabes que tus pasos te conducen rápidamente, en la misma medida de tu querer y deseo… porque la invitación está abierta, las fuerzas también a tu disposición… descubrirás enseguida el camino: ¡nunca es lejos!… siéntate aquí no más, no te arrojes, quédate derecho, ahora calla simplemente… respira hondo y goza del silencio que se te brinda y que asciende desde tu interior… no es una ausencia, al contrario, el silencio que llevas y que se te dio un día es Plenitud y es Presencia… no dejes que nada, ni nadie te perturbe… intenta, una y otra vez, callar voces y fantasmas… pero tampoco te quedes en ello, avanza como sumergiéndote en donde no sabes… ahora, escucha… ese silencio, que parece vacío y nada, es, de alguna manera, ocasión y lugar… el Señor te ha llevado al desierto para hablarte al corazón… tu vida, tu corazón, no es comercio sino “casa de oración”… la “rosa sin porqué” no se compra ni se vende, ella es gratuidad ininterrumpida… ¿es tu vida oración o comercio?, ¿dejas que el silencio venga en tu ayuda y te diga todo?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 19,45-48)…