Amigo y amiga de la rosa

… amigo y amiga de la rosa, es posible que – como el ciego al borde del camino – hayas perdido la mirada por tanto mirar mal, o que te hayas acostumbrado a la oscuridad que te rodea y extrañes la luz… ya termina el Año de la Misericordia y, tal vez, aún no has visto al Señor que pasa compasivo o no hayas descubierto en el otro a un hermano… ¡te invito a que grites tu indigencia y tu ceguera!… ¿te asuntan tus noches negras y ya no soportas las tormentas que te atormentan?… siempre amanece, y las tormentas pasan… “…en la oscuridad de mis ojos, mis dedos leen tu Presencia… y en la negrura de mi noche negra, quieren sentir tu gran Amor bien cerca… no sé por qué no vi que me quedaba a ciegas, entrando en esa nube en la que todo gris se espesa… no sé por qué volví detrás de cosas viejas, sabiendo que se ofrecen de nuevo como nuevas… no sé por qué me fui de aquella Casa que es paterna, en la que el Padre se ocupa de que siempre se haga fiesta… pero sé, y así pedí, por qué a tu Amor recurro y clamo a tientas: ‘¡eres Hijo de David y Señor de la Promesa, Aquél de quien salí hecho barro, con tu herencia!’… por eso, grito a Ti: ‘¡piedad, Señor, de mí, mendigo de tu luz tan buena!’… vuelve a repetirme aquí, como aquella vez primera, que me quieres dar a luz y sacar de la tiniebla… ‘¡Ven!’, dijiste, ‘y se haga en ti la luz, que ya tu fe hizo que vieras’…”… la “rosa sin porqué”, estando al borde de los caminos, suplica ver y mirar todo con la luz de la gratuidad… ¿te has quedado ciego de tanto mirar mal?, ¿deseas recuperar la visión del corazón para poder amar bien?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 18,35-43)…