Alégrate, no dejes de alegrarte, y agradece

… alégrate, no dejes de alegrarte, y agradece… alégrate de la dimensión tan pequeña, casi insignificante, que descubres en la gratuidad… un simple “gracias”, ¡y tanto!, ¡y todo!… poco te importen las pretendidas «grandezas» de hoy, de los grandotes y agrandados de turno, o las confrontaciones de los intolerantes de mañana… el paso lento y pequeño de tus días y de tus horas te dice que dejes latir tu corazón con el ritmo de lo alto y de la confianza… desde arriba desciende, con particular gusto, un mensaje de paz que no sabe de inquietudes y sí de la renovación interior que es causa de toda felicidad y alegría… no prestes atención a los charlatanes, aquellos que tienen respuestas para todo y todo imponen y resuelven… deja lo que hace ruido, abandona imposiciones y dudas… ¡tan sólo agradece!… la #rosasinporqué no discute en su corazón, simplemente calla y se vuelve una y mil veces a la confianza y por todo da las gracias… ¿te quejas y lamentas a cada rato por todo?, ¿eres capaz de vivir un día agradeciendo todo?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 1,26-38)…