Al fin Alguien que para superarte no te invita a subir sino a bajar

… al fin Alguien que para superarte no te invita a subir sino a bajar… al fin Alguien que no ve el éxito en el ascenso sino en el descenso… amigo, amiga, de la rosa, te preguntaste alguna vez ¿por qué tanto sufrimiento y confusión?, ¿por cuál razón la angustia te atenaza y la inquietud te abruma?, ¿por qué tanta asfixia en este mundo implacable?… es que todavía no has dejado esas «ambiciones», ni el deseo de «mandar»… y sigues identificando tu despótico querer con la razón y la verdad… todavía no dejas ni te olvidas… todavía juzgas que «debes hacer» esto o aquello para «merecer» el aplauso de Dios y de los hombres… todavía sigues implacable, herido y molesto por las viejas llagas que jamás cicatrizan, y por ello te mortificas, sufres y haces sufrir a tantos otros… has juzgado alguna vez que tu autoridad es definitiva, que representas a Dios y que Dios se ha ido de vacaciones y tú tienes en tus pobres manos los resortes de la justicia y de la razón… sigues tu derrotero sin detenimientos porque Dios parece callar… ¡pero no es así!, te equivocas: no dispones de las cosas a discreción según tu antojo, no puedes arrollar a personas ni a cosas… abandona tu cerebro, esto es, tu feroz ego… baja a tu corazón, desciende, calla, observa, detente, aprende a escuchar… la historia no comienza contigo, sin compasión no hay vida… la “rosa sin porqué” se abre, baja, cada mañana y hospeda a la gratuidad que le ha sido dada… ¿bajas o subes para hospedar en tu corazón a quienes amas?, ¿estás dispuesto a reparar el mal que tu vida ocasionó a otros?… (con el Evangelio de hoy, san Lucas 19,1-10)…