El amigo, la amiga, de la rosa da sin esperar vuelto

… el amigo, la amiga, de la rosa da sin esperar vuelto… la gratuidad lo preserva de la mezquindad y del regateo… ¡asómbrate!, los pobres llegan a tu mesa, y no tienen como retribuirte… pero a ti no te importa, porque son “tus” hermanos… atiéndelos, escúchalos… permanece en silencio y en paz… ¿por qué temer que pierdas algo o que se aprovechen?… no es tan grande el «poder» en este mundo que siempre tenga que despertar «temores» y producir «sustos»… ¡nada de eso!… la sencillez del niño, la vocación del más pequeño, es la mejor invitación a la grandeza y a la gloria… ¿no quieres entenderlo?, ¿no acabas de aceptarlo?… y sin embargo el tesoro está allí… el pequeño, este pequeño, ¡siempre tiene Padre!… lleva a tus hermanos pequeños, a los pobres, al Padre… deja que Él los levante en Sus brazos, en su Amor infinito… no pierdas tiempo y entusiasmo con mediaciones o problematizaciones, lista de invitados o menú para servir… el camino que se te señala es directo, directo y simple: ¡la gratuidad en todo!… redescubre esa dichosa gracia que se te regala y da siempre el testimonio de la alegría que brota del corazón sin ficciones… la “rosa sin porqué” invita gratuitamente a todos, sin distinción, a que gocen de su belleza… ¿tienes una actitud calculadora y mezquina en todo lo que haces por los demás?, ¿no molesta no recibir recompensa o que no te tengan en cuenta?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 14,1.12-14)…