… ¿por qué afincarte en innúmeras complicaciones, persiguiendo «seguridades» estrechas y ámbitos con aire acondicionado?… una nueva confianza se impone cuando los pensamientos propios y los cuidados o prejuicios ajenos obstaculizan, de un modo o de otro, el andar más simple y más directo… no estás invitado a andar sobre lo inconsistente, aunque todo lo que rodea sea inconsistente… no puedes vivir dando vueltas y vueltas, con el temor constante a hundirte… estás llamado a responder y a arrojarte en el mar inmenso de la gratuidad… ¿dudas?… pareciera, a veces, que reclamas más pruebas, que no te conformas así no más… ¡y esto es un error!… cuando acontece esa «separación» o «desprendimiento» de todo lo perecedero, de todo lo que fabricas para encerrarte más y más… cuando te descubres libre, sobre todo de ti mismo… cuando percibes la voz de la gratuidad, del amor incondicional e inmerecido… entonces, ¡es tanto lo que descubres que no puedes escribirlo aquí ni en ningún lugar…¡no te pierdas!… no quieras arroyos, ni estanques pequeños… ¡quiere el mar!… la #rosasinporqué no se pierde en los arroyuelos ni en los caminos laberínticos que se abren seductores, sólo quiere el mar de la confianza y de la gratuidad… ¿eres capaz de no quitarle la mirada ni el corazón a Aquel que en todo te sostiene a pesar de las tormentas?, ¿pones a prueba el amor que se te tiene pidiendo imposibles?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 14,22-33)…