Acusaciones despiadadas

… acusaciones despiadadas,
justas pero tramposas,
frías y engañosas,
¡demandas hipócritas
de corazones sin misericordia!…

… sin embargo, Señor,
la sangre de unos y de otros,
pasan por tu mismo Corazón

… la mano que tira la piedra,
y el rostro que la recibe,
son parte de tu mismo Cuerpo

… en tus Lágrimas lloran
la vergüenza y el dolor del acusado
y el descaro y la confusión del acusador…

… tu misma Ternura abraza
el rostro de tu Madre María
y los de quienes se reparten tu túnica…

… en tu Corazón no hay excluidos,
en tu Cuerpo todos cabemos,
en tus Lágrimas todos lloramos,
en tu Ternura todos existimos…

… ¡déjame, Señor, entrar Contigo,
en el piélago del Amor divino,
y vivir en el Hogar de tu Pasión
donde reconcilias lo imposible!…

“… ‘el que no tenga pecado,
que arroje la primera piedra’…”
(Juan 8,7b)

(… la “rosa sin por qué” no es tramposa para obtener justicia, la gratuidad le permite ser justa, veraz y compasiva a la vez… con el Evangelio de hoy, San Juan 8,1-11…)