Tan valiosa, y tan frágil

Tan valiosa,
y tan frágil.
Con ella todo,
sin ella nada.
Si la donas,
la ganas.
Si la retienes,
la pierdes.
Si la cuidas,
la conservas y crece.
Si la descuidas,
se escapa y perece.
Vida.

Una niña de doce años,
que está grave y se muere.
Una mujer con doce años
que se desangra y se muere.
El Señor de la vida.
“¡Por favor, ven a tocarla,
para que se sane y viva!”
“¡Con sólo su manto tocar
dejaré de sangrar y viviré!”
El Señor de la vida,
camina,
se aproxima,
se deja encontrar,
pasa por tu vida,
tan valiosa,
tan frágil.
Acércate.
Grita tu dolor.
No lo calles.
Que tu impotencia
toque su poderosa Presencia.
Esa confianza,
se hará camino
en tus adentros.
Germen de la fe.
“¡Tu fe te ha salvado,
no el que hayas tocado mi manto!”
“¡Tu hija duerme,
no está muerta!”
Un Dios cercano,
apasionado por la vida,
comprometido con la vida,
amante de la vida.
¡Ah!, un detalle.
“¡Denle de comer a la niña!”

(… la #rosasinporqué vive gracias a la gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Marcos 5,21-43)