… vientos y sacudones de todo tipo… también ruidos y lamentos, llanto y risa, gemidos de un tiempo que no encuentra fácilmente respuestas… por lo general parece que los observadores quedan perplejos, sin palabras a pesar de la abundancia de tantas de ellas… en realidad, sin palabras adecuadas a las situaciones… pero, una vez más, ¿olvidas la realidad de «dentro»?… es verdad que “falta pan”, pero nada hay que no se pueda superar con la presencia del Señor, con l gracia de Dios… ¿desesperar por lo que acontece aquí o allá, por lo que falta o escasea?… ¡es ese el peor camino para lo que sea!… acepta la tormenta y cúbrete, deja obrar a tu Señor… aprovecha la visión escondida que llevas en tu corazón… ¿no puedes llegar de un salto a ese valle incomparable que, más que verlo una o dos o tres veces, es imagen permanente e inalienable de la gracia?… la brisa silenciosa de Su compañía no se pierde ni se olvida… navegas en silencio más allá del estrépito del mundo: estás en el mundo pero no perteneces al mundo… y este «no-pertenecer» es la clave y el punto de partida… tú no eres eso que turba y espanta… tú eres más allá, infinitamente más allá… tu morada es el Corazón de Dios, ¿lo has olvidado?… la #rosasinporqué puede alimentar los sueños de muchos porque la gratuidad la hermosea… ¿vives pendiente de la cantidad como si de ella dependiera la saciedad del corazón?, ¿pierdes la mirada interior de la confianza cuando aparecen las pruebas o se desatan las tormentas?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 8,1-10)…