… una meta cotizada me exige esfuerzo duro y largo, pero un cálculo me da la confianza de que vale la pena… tal vez “la cruz” sólo es una inversión… por amor a otra persona, sacrifico con gusto tiempo, fuerza y dinero… “la cruz”, entonces, se llama solidaridad con el otro que siento de algún modo parte de mí mismo… un golpe repentino puede fulminarme al instante, y mi existencia queda herida sin remedio… pierdo la salud, un ser querido, o la estima pública… se desgaja una rama verde, una parte viva del yo… cuando esta mutilación encuentra su reposo, “la cruz” se llama aceptación… existe “la cruz libre”, la que escojo, de la que no huyo, pero una vez clavado ya no puedo bajarme cuando quiero… entrego los proyectos a los clavos, la fantasía a las espinas, el nombre a los rumores, los labios al vinagre y los haberes al reparto… aquí “la cruz” se llama fidelidad al amor en el amor, que es canto y fortaleza resucitando por la herida… y, cuando la cruz deja así paso al amor y a la vida, la entrega ya no es sacrificio sino misericordia en acción… la #rosasinporqué, gracias a la gratuidad, descubre la dimensión de la misericordia por sobre el sacrificio… ¿comprendes la diferencia entre entrega por misericordia y entrega por sacrificio?, ¿qué haces para madurar en un corazón misericordioso?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 12,1-8)…