Tus manos, mis manos, nuestras manos

… tus manos, mis manos, nuestras manos… presencializan el corazón que se vierte en ellas… manos trabajadoras, que dan vida, que acarician… manos ociosas, que matan, que rasguñan… manos misericordiosas, que consuelan, que bendicen… manos inmisericordiosas, que hacen sufrir, que maldicen… manos generosas, que comparten, que reparten… manos egoístas, que acaparan, que roban… manos que perdonan, manos que condenan… manos unidas, manos separadas… tus manos, mis manos, nuestras manos… hay un tiempo para que las manos hilen, y un tiempo para que tejan… hay un tiempo para hilar, para ir sacando en soledad los hilos de la masa informe de lo posible, con la yema de los dedos… hay un tiempo para tejer, para ir trenzando los hilos en la miniatura de cada puntada, como un sueño que crece… sin hilar, sólo se tejen fantasías impacientes… sin tejer, sólo se hilan hijos para la muerte… no existe un corazón sin manos, pero hay muchas manos sin corazón… ¡qué alegría son las manos del corazón!, ¡qué triste son las manos sin corazón!… la #rosasinporqué prolonga su corazón de gratuidad en las manos de sus pétalos de terciopelo… ¿acaricias o rasguñas?, ¿tus manos hilan y tejen?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 4,38-44)…