… trigo y cizaña, confusión que entrelaza… brota la ambigüedad trenzando el espesor de la vida… camina disfrazada con ideas bien trabadas, sentimientos luminosos y hambres naturales… corre maquillada de evangelio, se instala astuta en mis rutinas seguras, en la prisa de mis urgencias y en el sueño de mis calmas… pero mi ambigüedad empieza a revelarse por una mano ajena huidiza en el encuentro, por un desajuste ligero asomándose a unos ojos, por un pequeño sabor amargo en medio del aplauso, por una desazón íntima como peso de fatigas cotidianas… al sorprenderla en su trampa, se repliega de nuevo a mi fondo más oscuro, donde la tiniebla y la luz todavía no han sido separadas… herida por la claridad, deja un rastro de engaño desangrándose en la huida… y se hunde inaccesible donde no llegan ni mi ojo ni mi análisis… ¡Señor de mis profundidades abismales e ignoradas!, como el primer día de la creación, búscame y libérame donde soy tiniebla y engaño, ordéname con tu Espíritu donde soy caos originario… trigo que alimenta la vida, cizaña que la quita… brotes buenos que debo cuidar, aunque invada la malicia… la #rosasinporqué crece en medio de hierba mala y espinas, sólo la gratuidad de sus pimpollos la identifica… ¿no toleras el mal y por impaciente arrancas los brotes buenos que debes cuidar?, ¿sigues sembrando cosas buenas y te preocupas de su crecimiento?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 13,24-30)…