… todavía no has dejado esas «ambiciones», ni el deseo de «mandar»; y sigues identificando tu despótico querer con la razón y la verdad… todavía no dejas ni te olvidas… todavía juzgas que «debes hacer» esto o aquello para «merecer» el aplauso de Dios y de los hombres… todavía sigues implacable, herido y molesto por las viejas llagas que jamás cicatrizan, ¡y por ello te mortificas, sufres y haces sufrir a tantos otros!… has pensado que tu autoridad es definitiva, que representas a Dios y que Dios se ha ido de vacaciones y tu tienes en tus pobres manos los resortes de la justicia y de la razón… te parece que tu «jurisdicción» es sacra, sigues tu derrotero sin detenimientos porque Dios parece callar… pero no es así, ¡te equivocas!… no dispones de las cosas a discreción según tu antojo, no puedes arrollar a personas ni a cosas… aprende a escuchar a tus hermanos, la historia no comienza contigo… sin justicia no hay vida digna, pero sin compasión no hay vida de ninguna manera… la #rosasinporqué sabe escuchar y ser compasiva y comprensiva, la gratuidad la hace estar siempre atenta a su alrededor… ¿vives tan vertiginosamente que no ves lo que pasa a tu alrededor?, ¿te consideras superior y no escuchas ni atiendes en justicia y con misericordia los reclamos de tus hermanos?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 18,1-8)