Sucede con el corazón, y con el amor, una cosa extraña

… sucede con el corazón, y con el amor, una cosa extraña… no se “mancha” desde afuera, con cosas que “te hagan”, sino desde adentro, con cosas que “tú hagas”… no eres bueno o malo, por lo que “te pasa”, sino por lo que “dejas que pase” en tu corazón, en tu jardín interior… las palabras del Señor son luminosas: “… es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones…”… nadie nace bueno o malo, el cachorro humano se va haciendo bueno o malo con lo que hace o deja de hacer… es por eso que es tan importante “educar el corazón para amar”… son los padres, en la relación estable de la vida de familia, los que acompañan el crecimiento de sus hijos… y “educar es hacer crecer”… se educa, se hace crecer, “protegiendo, atendiendo, reconociendo, corrigiendo, estimulando”… educar el “corazón para amar” es hacerlo crecer en el amor templado, en el amor fuerte, en el amor justo y en amor prudente… el desprecio de la virtudes es ignorancia de la naturaleza humana, es hipotecar el bien de quien se dice amar, es permitir que la convivencia sea un infierno y no un paraíso… todo es gracia, pero nada es gratis… sin gratuidad no hay vida, ni amor, ni alegría, ni familia… la #rosasinporqué tiene sus raíces en la gratuidad, y se esfuerza cada día para dar lo mejor a los demás… ¿qué es lo que mancha y oscurece y entristece tu corazón?, ¿te esfuerzas en crecer en las virtudes que tu corazón ame en serio?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 7, 14-23)…