La vida de un ser querido se “va”

… la vida de un ser querido se “va” y te deja en el “medio del camino” y en un lugar que “quisieras olvidar”… ausencia de razones, un manto cubre, celosamente, cualquier “porqué” y posee la virtud de celar, de tal manera, que no puedas sospechar que debajo “algo” hay, “Alguien” está… experiencia de lo más insospechado, todavía ausente… deseo de una “solución” a tanta angustia… amanece un secreto nuevo, el de “siempre” en realidad, pero sólo lo percibes “sollozando”… no es necesario “saber nada”, ya conoces tu camino, el corazón se expande y halla su misterioso espacio… nace, en el dolor, una nueva experiencia de libertad, que sólo se alcanza con los años, con el sufrimiento, con el pasar… el horizonte se abre y, en la senda del corazón dolido, te das cuenta que posees una certeza inconmovible: el don de Dios… puedes percibir todas las voces que por allí resuenan, puedes maravillarte de armonías llenas de luz, puedes atender a tantas sorpresas, puedes crear y emprender caminos, abrir horizontes, horadar murallas y hasta atravesar sus tantas grietas… ¡pero nunca tanto puedes como cuando no puedes!, ¡nunca tanto como cuando recibes!, ¡nunca como cuando se abre tu corazón a la gratuidad!… arrodíllate en el fondo inefable de Su presencia… suplica, donde nadie sabe ni sospecha… la #rosasinporqué aprende de las experiencias dolorosas a encontrar una nueva hondura en la gratuidad… ¿cómo enfrentas la angustia de la vida que se va?, ¿reprochas y demandas o suplicas y agradeces?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 7, 24-30)…