… son muchos, y no alcanza el pan… el hambre aumenta y la mesa está llena… pero desde la gratuidad se sirven manjares exquisitos: la paz, el pan, la palabra de amor, de acogida, de justicia, de perdón… con la gratuidad nadie queda fuera, que si no la fiesta no sería tal… los comensales disfrutan del momento, y al dedicarse gratuitamente tiempo unos a otros, se reconocen, por vez primera, hermanos… la alegría se canta, los ojos se encuentran, las barreras bajan, las manos se estrechan, la fe se celebra… y un Dios se desvive al poner y servir esta Mesa… la gratuidad sacia y sobra, la gratuidad alcanza cuando al corazón llega y quedan las manos abiertas… la gratuidad se deja partir para ser compartida y darse sin medida… la gratuidad es el alimento que el corazón necesita para amar de veras… la #rosasinporqué se alimenta con el pan de la gratuidad, por eso siempre está dispuesta a partirse y a compartirse… ¿saboreas las Misas?, ¿cada Misa compartida despierta en ti más el hambre de Dios y de servicio a tus hermanos?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 9,11b-17)…